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sábado, 29 de abril de 2017

El Asesinato Mrs. Shaw - Margaret Millar


RESEÑA:
MIRANDA SHAW SE ENCUENTRA A LOS 50 AÑOS VIUDA y RICA. El salvavidas del Penguin Beach Club, Grady Keaton, tiene exactamente la mitad de su edad. Al desaparecer Miranda y Grady al mismo tiempo, los rumores comienzan a circular entre los socios y empleados del club. Y cuando las dos hijas del almirante Young, Cordelia y Julieta, reconocen algunas de las joyas de Miranda en un remate estatal, los rumores se acentúan y se inicia la búsqueda. 
Tom Aragon, el simpático abogado que resolvió el misterio en Pregunta por mí, mañana, tiene que encarar un extraño caso. Cuenta con, la dudosa ayuda de Frederic Quinn, de sólo 9 años, el que alardea en la escuela de su conexión con la mafia. Aumenta la confusión Mr. Van Eyck que, amparado en su avanzada edad y Su sordera, hace circular anónimos entre los socios del club. 
El asesinato de Mrs. Shaw es una de las mejores y acaso la más divertida de las novelas de Margaret Millar que, con su habitual maestría, pospone la solución final hasta la última página en un verdadero desafío al avezado lector de novelas policiales.
Mientras ella iba a pedir la llave, Aragon se quedó en la puerta mirando a la gente. Había casi el doble que de mañana. Varios grupitos almorzaban en la terraza y la mayoría de las reposeras del otro lado de la piscina estaban ocupadas. Media docena de nadadores agitaba el agua completando circuitos y tomándose el tiempo. En la torre del guardavidas un joven de pelo color marfil se pellizcaba el pecho distraído, despellejando los restos del último bronceado. 
El anciano en pantaloncitos de baño y visera de tenis seguía escribiendo, pero se había cambiado de la terraza a una silla bajo un ciprés, en una esquina de la cerca. El árbol estaba torcido e inclinado por efecto del viento y el aire marino. Parecía un buen lugar para él. 
Ellen llegó con las llaves; estaba un poco incómoda, como si Henderson la hubiera reprendido. 
—Escuche, siento lo que dije sobre Mrs. Shaw y Grady dijo en voz baja. 
—¿Por qué? 
—Porque no estoy segura de que estén juntos. Se fueron casi al mismo tiempo, pero puede ser una coincidencia. Ella suele salir de viaje, cruceros y esas cosas. Y en cuanto a Grady, los guardavidas llegan y se van como la marea. Es un trabajo aburrido y el sueldo es miserable, por eso es que tenemos que contratar a estudiantes que tienen un subsidio de las familias. Grady no es un chico y no tiene familia. Todos sabíamos que no duraría mucho. 
—Es extraño que no se quedara hasta cobrar. 
—¿Dónde... cómo se enteró de eso? 
—Frederic me lo dijo. 
—¿Qué le dijo? 
—Tenía la impresión —dijo Aragon con cautela— de que Mrs. Shaw era, según sus palabras, la nueva palomita de Grady. 
Ellen bajó los ojos a la llave que tenía en la mano, girándola como si tratara de recordar a qué cerradura correspondía. 
—Así que hasta los chicos lo comentaban.
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Margaret Millar 
(Ontario, Canadá, 1915 - Santa Bárbara, California, 1994).
 Es, sin duda, una de las grandes de la literatura policíaca, aunque durante muchos años se viera ensombrecida por el éxito de su marido, Ross MacDonald, seudónimo de Kenneth Millar. Entre su amplia bibliografía, de más de una treintena de títulos, destacan algunas novelas imprescindibles como Pagarás con maldadEl MalignoUn extraño en mi tumba o La bestia se acerca, publicada por RBA/Serie Negra, que obtuvo el Premio Edgar a la mejor novela negra en 1956.
«No hay acuerdo acerca de quién merece ser considerada la Primera Dama del crimen: hay quien apunta a Agatha Christie, hay quien reivindica a Elizabeth Sanxay-Holding y hay quien, como yo, le otorga el título a la olvidada Margaret Millar». 
FUENTES: 

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