HOY SE CUMPLEN CUARENTA AÑOS DE LA MUERTE DE LEOPOLDO MARECHAL
Un héroe con ropaje de antihéroe
El novelista, poeta, narrador y dramaturgo falleció cuando su último libro, Megafón o la guerra, todavía estaba en imprenta. Esa obra cerraba una tríada formidable, iniciada por Adán Buenosayres y continuada por El banquete de Severo Arcángelo.
Su mera biografía, esa que indica que hoy se cumplen cuarenta años de su muerte, enmarca a Leopoldo Marechal como un distinguido poeta, narrador, dramaturgo y, sobre todo, novelista, arrojado al mundo el 11 de junio de 1900. Y lo muestra como un maestro y profesor de secundaria que, tras un ajetreado suceder, viajado y literario, durante la década del ’20 –entre la llanura bucólica de Maipú, las calles húmedas de Villa Crespo y los pintores de Montparnasse– se casó por primera vez con María Zoraida Barreiro y, muerta ésta en 1947, convivió hasta el fin de sus días con Elbia Rosbaco, Elibiamor –musa del “Heptamerón”– a la que alguna vez le escribió “cuando sueñas, la construcción del mundo es una risa de albañiles”–.
También fue un profundo y prolífico nigromante de las palabras, capaz de anudar metafísica con personajes risueños y terrenales de la pampa o el barrio. Un poeta precoz que a los 22 años ya había escrito su primer libro (Los aguiluchos), a los 26 el segundo (Días como flechas) y en el devenir, varias de las obras que iban a formar parte del corpus vital de la narrativa clásica argentina. Entre ellas, una tríada de novelas formidable (Adán Buenosyres, El banquete de Severo Arcángelo y Megafón o la guerra), varias obras de teatro que no necesitaron del “filtro europeo” para ser Antígona Vélez, tal vez la más notable, o Las tres caras de Venus, cuya última representación en el Cervantes aún suma como inolvidable.
Colaboración: Prof. Mónica Parada